En su extraordinario Una habitación propia -libro imprescindible-, Virginia Wolf
hablaba de esa mujer que estaba por venir y escribía: "Pero sostengo que vendrá si trabajamos por ella, y que vale la pena trabajar hasta en
la oscuridad y la pobreza".
Creo que todavía seguimos en la
oscuridad. Se me tachará de pesimista y se me recordarán los innumerables
logros que la mujer ha conseguido. Todos ellos, no debemos olvidarlo,
alcanzados por el trabajo y la pasión de -como diría Virginia- valerosas y
esforzadas mujeres. Pero
ahora se me plantean preguntas y yo me encuentro como Virginia, pensando
respuestas desde mi perspectiva de mujer trabajadora, artesana de la música
desde hace muchos años.
Yo
podría contestar a esas preguntas con otras preguntas: ¿Qué queremos las
mujeres transmitir cuando componemos música? ¿Por qué hay menos mujeres
directoras de orquesta? ¿Por qué las mujeres destacan en determinados
instrumentos más que en otros? ¿O ésto no es cierto, sólo es que son más
“visibles” en aquellos entornos en los que su presencia está más consolidada
porque es más acorde con el papel que se
les ha asignado?

Y en esta lucha cotidiana, la sensibilidad y el conocimiento nos permitirán abrir las puertas, tener un espacio propio.
Ahí están Eliane Elias -pianista de Jazz-, Esperanza Spalding -contrabajista-, Inma Shara -directora de orquesta-, y muchas mujeres que cantan, tocan, componen y tejen su propia imagen como quieren.
Ya lo dijo Virginia Wolf: "Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio".
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